El motivo por el cual existe la Escuela Superior de Bellas Artes, es el de poder transmitir a todas las personas, aquellas facultades y enseñanzas que actualmente se imparten en las Universidades, con el objetivo de satisfacer sus necesidades artísticas y despertar esas inquietudes que siempre han llevado dentro.
Está destinada para todo el alumnado con o sin estudios, mayor o joven, sin bachillerato o sin graduado escolar, que por consecuencias de la vida, no haya tenido la oportunidad de estudiar en una Universidad de Bellas Artes.
La igualdad de oportunidades que tod@s debieron tener se presenta ahora con la creación de esta Escuela, planteando un formato de estudio con clases teóricas y prácticas por asignaturas, que consiste en un completo resumen de los cinco años de carrera universitaria de Bellas Artes.
Sirven de orientación para aquellas personas que tengan planteadas la posibilidad de hacer la carrera de Bellas Artes, y tener una idea general de lo que se le puede presentar en su trayectoria Universitaria, las cuales, hacen que no sorprenda al alumnado con aquellas asignaturas que normalmente las Academias o Escuelas de Artes no suelen enseñar.
Y mucho menos a los niveles universitarios a los que aspira ofrecer esta Escuela.
El alumnado de esta Escuela se formaría con una Educación Artística que adquirirá los elementos prácticos, teóricos y metodológicos que le permitirán desempeñarse como Artista en las disciplinas de:
Dibujo (artístico y técnico), Pintura, Procedimientos pictóricos, Modelado en barro y Anatomía humana, Fotografía, etc.
Un estudio llevado a cabo por investigadores del Dartmouth College en Hanover (New Hampshire, Estados Unidos) nos muestra cómo estudiar arte puede cambiar nuestro cerebro y nuestras habilidades.
Alexander Schlegel y el resto de su equipo lo comprobaron llevando a cabo un experimento en el que compararon a un grupo de 17 jóvenes estudiantes que realizaron un curso de tres meses de introducción al dibujo y pintura (de entre 19 y 24 horas semanales de práctica) con otro grupo de 18 jóvenes que no realizaron el curso de arte pero sí otro de introducción a la química orgánica.
A todos los participantes se les realizó una resonancia magnética funcional para analizar los cambios cerebrales y se tomaron las siguientes medidas de su capacidad creativa.
1. Cognición creativa o capacidad para pensar de forma distinta, generar ideas nuevas ligando diferente información, lo que se evaluó a través del Torrance Test of Creative Thinking Figural Form A.
2. Percepción visual como la habilidad para crear representaciones realistas del mundo, que los experimentadores calcularon en función de los cambios en la actividad cerebral mientras los participantes juzgaban las propiedades de ilusiones visuales.
3. Paso de la percepción a la acción o capacidad para convertir los pensamientos en dibujos, que sería el acto motor de mano, brazo y ojos en este caso. Para valorar esta capacidad se pidió que hicieran una serie de gestos de dibujo rápidos basados en la observación de figuras humanas mientras estaban en el escáner.
Los datos mostraron que los estudiantes de dibujo y pintura aumentaban su capacidad creativa y ello se asoció a la reorganización de la parte prefrontal de sus cerebros, concretamente de su sustancia blanca (la que transmite la información). Además, el grupo de estudiantes de dibujo, también mejoró su habilidad para traducir la observación de imágenes de la figura humana a gestos de dibujo.
Esto último, con el tiempo se reflejó en el patrón de actividad neural en la corteza y el cerebelo, siendo ese perfil de actividad cada vez más diferente entre los estudiantes de arte y los del otro grupo.
Los resultados, publicados recientemente en la revista científica Neuroimage (2015) apoyan la idea de que la plasticidad cerebral permite la adquisición de habilidades artísticas a través de cambios cerebrales en áreas que se encargan de la cognición creativa y la integración entre la percepción y el movimiento.
Tenemos cerebros que pueden cambiar con la práctica de habilidades y ello nos permite mejorar ciertas capacidades. Una vez más, no nos conformemos con el cerebro que nos ha tocado y saquémosle todo el partido posible.
Marisa Fernández, Neuropsicóloga Senior, Unobrain
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